Lo que puede ser una agradable velada de buenas fotografías, buenos tragos y música viva, de forma relajada y amena, solo aquel que ya tiene asegurado un cuarto donde dormir, puede darse el lujo de desvelarse y casi ver la madrugada con un tequila en al mano. Primero, para ver como cae al atardecer sobre la ciudad, vale la pena ir a comer/cenar en el restaurante Rialto en la Torre Latinoamericana. El espectáculo natural de cad atarde es fabuloso, ver como se esconde el sol y como se van encendiendo las luces de la metrópoli. Al terminar, se sugiere caminar por amplias plazas como la que está frente al Palacio de Bellas Artes y mirar toda la gente que ahí se encuentra, se besa, platica, juega. Pasar a la imponente Plaza Tolsá con su majestuosa iluminación nocturna que no pide nada a Europa.
Para cerrar con broche de oro... terminar en la Plaza Garibaldi brindando en el Tenampa, acompañado de música de mariachi, en lo que se ha convertido desde hace muchos años, en su capital artistica y corazón laboral.